En 19 de Diciembre de 2012, Santiago vivió un episodio de congestión importante cuando se produjo lo que se podría llamar un «evento perfecto»: lluvias inesperadas de verano, en fecha previa a Navidad y con amplias fallas en semaforización de la ciudad. En ese entonces la tasa de motorización de la ciudad era cercana de 1.600.000 vehículos en la Región Metropolitana. Hoy 2016, se ha producido un incremento tal que ya se supera los 2.000.000 de vehículos. Y en estos cuatro años transcurridos desde que se publico esta carta al director en El Mercurio, su trasfondo esta cada vez mas vigente.
23 Diciembre de 2012
Sr. Director:
El caos vial que se vivió en Santiago el miércoles pasado puede ser explicado por diversos factores (desde lo climático, la cercanía de festividades, como la caída de semáforos clave). Todos reales, pero también es cierto que no será la última vez que se produzcan estos fenómenos extremos dado el sostenido incremento del parque automotor que se ha experimentado en la última década.
En 2005, cuando se inaugura Costanera Norte, el parque automotor alcanzaba a cerca de 900 mil vehículos motorizados. Hoy, sólo siete años después, este parque llega casi a 1.500.000 unidades, transformando en hora punta a las autopistas, calles adyacentes y avenidas principales en focos de congestión, y con el legado de una serie de externalidades negativas tanto urbanas como paisajísticas.
Por un lado, Renca, Vitacura y Lo Barnechea quedaron hermanadas al perder todo posible acceso a la ribera norte del Mapocho gracias a Costanera Norte. Por otro lado, La Florida, La Cisterna y La Granja quedaron fraccionadas en dos gracias a Vespucio Express Sur. Entonces, argumentar que el aumento de la capacidad vial es la respuesta lógica para solucionar el caos vial y mejorar la ciudad empieza a parecer, al menos hoy, discutible.
En ese contexto, el viernes 21 se informa que el proyecto Vespucio Oriente definió su diseño. Este consistirá en un doble túnel superpuesto de baja profundidad a lo largo de 13 km. Del diseño de salidas e ingresos nada se sabe. Pero sí se sabe que costará US$ 2 mil millones aportados por el MOP.
El tema es que cuando en el mundo las autopistas urbanas están en franca retirada y se ve en el transporte público una alternativa real para mejorar la calidad de vida de ciudades congestionadas, acá se invierten miles de millones de dólares para invitar a que más autos circulen por las calles.
De seguro algunos expertos en tránsito argumentarán los beneficios innegables de obras como Vespucio Oriente para la ciudad en su intento por evitar el caos vial. El temor es que más temprano que tarde nos demos cuenta de que a un costo de miles de millones de dólares, hemos abierto las puertas de par en par a un incremento ilimitado de autos que se podrá manejar (no solucionar) tan sólo vía la tarificación vial de amplios sectores de nuestra capital.
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