Con una inversión estimada en 800 millones de dólares, el segundo tramo de la Autopista Vespucio Oriente (AVO) duplicará el costo de inversión por kilómetro lineal respecto de un kilómetro de metro subterráneo. Aunque se puede argumentar que cerrar el anillo de Vespucio a la manera de una autopista urbana es necesario, preocupan los montos asignados a una obra principalmente orientada al automóvil particular, cuando el transporte público requiere inversiones significativas y urgentes.
Sugiero el fin del ciclo de inversiones en autopistas urbanas. Tras décadas de invertir en ellas, sabemos que impactan muchas veces con resultados negativos. Vespucio Sur, Vespucio Norte, los tramos poniente y oriente de Costanera Norte y la Autopista Central son ejemplos de obras orientadas al automóvil, que provocaron consecuencias negativas al cortar la trama urbana, segregando ciudadanos, barrios y comunas.
La inversión futura en movilidad urbana se debe destinar a otras obras, como mejorar el estándar de calles, veredas y avenidas; crear más y mejores vías para buses y bicicletas y, en particular, ampliar líneas del Metro. Santiago requerirá más de 100 kilómetros de Metro en las próximas dos décadas para evitar una crisis de movilidad. La falta de anuncios en la materia es preocupante.
Transantiago corre el riesgo de colapsar irremediablemente en el futuro mediato. Y no habrá vuelta atrás.